Varias comunidades del pueblo Shuar Arutam, en el sur de la Amazonía ecuatoriana están preocupadas, porque en su arteria fluvial más importante se pretende construir un proyecto hidroeléctrico, a 2 kilómetros aguas abajo de la confluencia de los ríos Zamora y Namangoza, sobre el río Santiago. Es la represa más grande del Ecuador: se estima que será tres veces más grande que la polémica Coca Codo Sinclair.
Este reportaje fue financiado por la beca TOA-GK para contar historias a profundidad de la Amazonía.
Se trata del Proyecto Hidroeléctrico Santiago – Hidrosantiago. Está a cargo de la Corporación Eléctrica del Ecuador – CELEC EP HIDROPAUTE, que estima que su valor sería de 2.498.208.004 dólares, y en la actualidad realiza el proceso estructurador para entregar la concesión al sector privado, por 30 años de plazo. Además, CELEC cataloga a esta hidroeléctrica, como “la central de mayor capacidad del país” y “la tercera en Sudamérica”.
Según la consultora Lombardi, que en agosto de 2021 entregó los estudios y diseños definitivos del proyecto, tendrá una presa tipo arco de hormigón compactado con rodillo de 205 metros de altura, con una potencia instalada de 3.600 Megavatios (MW) y una producción aproximada de 15 mil Gigavatio-hora (GWh) al año.
Se construirá en dos etapas y tendrá una vida útil de 50 años. En la primera, tendrá 8 grupos de potencia generada de 2.400 MW. La segunda, con 4 grupos de 1.200 MW. El embalse generado por la presa involucra a los cantones de Tiwintza, Limón Indanza y Santiago de Méndez, ubicados en la provincia de Morona Santiago y, a los ríos Santiago, Zamora, Namangoza, Upano, Paute y Negro. Al parecer la afectación del embalse será de 24 kilómetros a lo largo del río Zamora y 45 kilómetros sobre el río Namangoza. Lombardi estima que el proyecto se construirá en un plazo de 11 años, por ende, se contempla que entrará en operación total para el año 2030.
Su estudio de impacto ambiental definitivo dice que las comunidades y asentamientos del Área de Influencia de Operación son 39. Son poblaciones ubicadas en las superficies de entorno inmediato a las obras y que mantendrán una relación de vecindad permanente con el Proyecto Hidroeléctrico Santiago durante su etapa productiva. Hay comunidades que serán sujetas de reubicación o reasentamiento por la inundación de superficies en las áreas de embalse. Son La Unión, Yuquianza y el corredor Méndez – Bella Unión.
Según este mismo estudio, el área de Hidrosantiago es de 3.037,22 hectáreas, de las cuales unas 2.133,12 tienen cobertura vegetal nativa, que serían afectadas por la inundación de la represa y por la construcción de la infraestructura. “Claramente se va a desequilibrar todo un sistema de vida, no solo de la flora y de la fauna, sino de todas las comunidades que viven en esta área”, explica Martina Nebbiai del Colectivo Amigos del río Santiago. Se talarán árboles, desplazarán poblaciones, se sepultarán tierras productivas.
a zona inundada se llenará de malezas acuáticas, mosquitos y despedirá mal olor. Además, se pondrá en peligro a los asentamientos río abajo de la represa y se limitaría la navegación que, por ejemplo en el territorio de la nación Wampis, en la Amazonía peruana, es el único medio de transporte.
Este proyecto, dicen varios líderes del pueblo Shuar Arutam, no cuenta con su consentimiento porque no se realizó la consulta previa. Ni CELEC, ni Hidrosantiago contestaron pedidos de entrevista para este reportaje.
Falta de consulta previa
El pueblo Shuar Arutam, en su Resolución de la XIX Asamblea Ordinaria, emitida el 31 de marzo de 2022, rechazó la construcción del proyecto Hidrosantiago. Alega que se vulneran “los derechos colectivos dispuesto en el art. 56 de la Constitución de la República”.
Antes de tomar esta resolución, la dirigencia shuar hizo una reunión para analizar el proyecto. “Sabemos que estamos peligrando la vida, somos zona de influencia, aunque dicen que va a afectar solo unos cuantos kilómetros, no, es mentira, los que vivimos para abajo estamos más perjudicados”, dijo en ese momento uno de los síndicos —es decir, máximo dirigente— de una comunidad shuar. “Hay que empezar la demanda, porque han hecho sin consulta previa, aunque en los documentos consta que ya está consultado”, dijo el hombre.
Varias autoridades sumaron reclamos. Hablaron sobre las afectaciones a las comunidades y a la biodiversidad del río Santiago. También criticaron la participación de ex dirigentes de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH) en diálogos, negociaciones con la Corporación Eléctrica del Ecuador (CELEC), que lleva adelante el proyecto, y que al parecer aceptaron la construcción de Hidrosantiago.
“Nosotros ya nos deslindamos”, dice la presidenta del pueblo Shuar Arutam, Josefina Tunki. “Siempre hemos estado con ellos”, indica Tunki, refiriéndose a la FICSH. “Pero no aceptamos lo que ellos deciden”, resalta. Tunki dice que es el pueblo Shuar Arutam “con sus 47 centros” quien debe decidir. Según ella, no existe ningún documento que demuestre que los shuar han sido informados y consultados. “En los archivos de los documentos PSHA no hay ninguno de esos acuerdos que la FICSH ha acordado y que el pueblo Shuar Arutam también ha acordado, no hay nada, no reposa, entonces es falso”, asegura Tunki.
En varias asambleas, su pueblo decidió no dar paso a proyectos extractivos en su territorio en ejercicio del derecho a la autodeterminación. “El pueblo lo ha dicho: no vamos a permitir. Y yo en calidad de presidenta tampoco lo voy a permitir. No queremos consecuencias, por eso hemos dicho que no se acerquen”, recalca Tunki.
Lo que ha existido, aproximadamente desde el 2013, son las socializaciones por parte de CELEC para las diferentes etapas del proyecto previo a la construcción de la represa, dice Guido Olivo Ampam, síndico de la comunidad Shurampam. “Jamás nos hicieron la consulta previa, siempre han cogido a personas de nuestro mismo territorio que por fuentes de trabajo se dejaron llevar”, dice Ampam. Según él, un ex presidente del pueblo Shuar Arutam decidió que se haga el estudio para la hidroeléctrica, “pero fue algo arbitrario porque nunca fue consensuado por el pueblo”, señala.
Una de esas socializaciones se hizo el 20 de abril de 2022 en la comunidad Yuquianza. El abogado Tarquino Cajamarca asistió por delegación de la presidenta Tunki, a pesar de que esta organización no fue invitada. “No hubo una real socialización siquiera, la convocatoria fue realizada por CELEC, pero a través de este Comité de Alianza Estratégica que está formado por dirigentes comunitarios pro empresa”, se queja Cajamarca. “Al inicio, al menos, fue un proceso muy manipulado, porque por poco no nos dejaban pasar, estaban prohibiendo las fotografías, videos”, dice. Según él, había un control estricto en el registro de la reunión y los funcionarios decían que solo podían asistir las comunidades convocadas.
Yuquianza es un punto estratégico porque en este territorio se produce la unión del río Namangoza con el río Zamora, con los cuales se forma el río Santiago. Es una de las áreas que será totalmente inundada por la represa. En este lugar se convocó a nueve comunidades para la socialización del Estudio de Impacto Ambiental. Sin embargo, recalca el abogado Cajamarca “CELEC en forma totalmente cínica, lo que hizo es presentar un folletito anillado de aproximadamente 10 páginas”. Ahí, asegura, estaría el resumen del estudio, que contendría 3.500 hojas. CELEC y el proyecto Hidrosantiago fueron contactados para este reportaje, pero nunca contestaron.
A decir del abogado Cajamarca, CELEC habría solicitado documentación para una supuesta indemnización para las comunidades y para avanzar en el proceso de los apoyos en salud, educación y construcción de carreteras, bajo el pedido de las comunidades presentes en esa reunión de socialización. Estas son las que desaparecerían en medio de la inundación de la represa.
“La Unión de Zamora está al nivel del río Santiago, Coangos está más o menos a unos 50 metros sobre el nivel de este mismo río, y así sucesivamente”, explica Cajamarca “Yo les decía cómo van a pedir asfalto para una comunidad que va a ser enterrada 200 metros adentro, cómo van a pedir apoyo a la salud para una comunidad que va estar a nivel de la represa al inicio, pero que en menos de un mes va a desaparecer por el proceso de erosión de las orillas”, recuerda Cajamarca. “La empresa no pudo finalmente defenderse, ni argumentar; ni por la presentación del Estudio de Impacto Ambiental que estaba resumido en 10 hojas, ni por el proceso de indemnización”, dice Cajamarca.
“Yo les pregunté también, cómo van a indemnizar, cuál es el precio, y lo que me decían es que, usted como abogado sabe que debe ser de acuerdo a la ley”. Según Cajamarca, su pregunta se dio porque la indemnización se haría sobre el avalúo catastral que hacen los municipios y no sobre el valor comercial.
Mauricio Nurinkias, síndico de la comunidad Yuquianza y miembro del Comité de Alianza Estratégica, dice que, durante la socialización del 20 de abril, no obtuvieron ningún documento de CELEC. Ellos esperaban una respuesta de la empresa respecto a un proyecto en el cual solicitaron que un porcentaje de las ganancias que genere la hidroeléctrica, entre el 5 y 10% anual aproximadamente, se pague directo a las comunidades. En dicho proyecto también habrían pedido apoyos para salud, educación y cultura; y un espacio para hacer su propia compañía y así trabajar como proveedores de CELEC. Sin embargo, aduce, la empresa no aprobó el proyecto.
Nurinkias confirmó que CELEC entregó durante esa socialización, el documento de las 10 páginas que contenía información general sobre el proyecto Hidrosantiago y que ya era conocida en las comunidades. “Lo que nosotros queremos saber es cuánto se va a reconocer a las comunidades por el impacto de que se inunde el río, el embalsamiento”, dice Nurinkias. “Esa información no traen ellos, no dan respuesta, dicen que las regalías van a entrar a los GADs municipales. Nosotros queremos directamente, esa respuesta nos niegan”, afirma.
Sin embargo, el presidente del Comité de Alianza Estratégica y concejal del cantón Tiwintza, Benito Anguasha, desmiente que exista una redacción o planteamiento formal de un proyecto desde las nueve comunidades para CELEC. “No se ha pedido solamente se está analizando”, dice. Reconoce que han tenido conversaciones, “pero no se ha actuado”, sostiene. Según él, las comunidades han pedido que les informen cómo van a quedar perjudicados, cómo van a ser impactados mediante la construcción. “Lo que tenemos en conocimiento, pero no se ha concretado todavía, es que se está pidiendo que los recursos vayan a las comunidades afectadas”, dice.
A la vez, confirma que las nueve comunidades están a favor del proyecto Hidrosantiago. “Pero mientras no se dé toda la información, lo que están pidiendo, lo que las comunidades queremos, no vamos a decir que se haga o que el Gobierno haga lo que tiene que hacer … tienen que dar la información, caso contrario no se puede permitir”.
Aún así, hay quienes dicen que la socialización no se ha hecho con todas las comunidades, sino solo con las que están a favor del proyecto. “Están trabajando solo con las comunidades que están de acuerdo, a las otras les está dejando a un lado”, dice Valentino Tunki habitante de Yunkumas. “Sería mejor que todas las comunidades estén de acuerdo con el proyecto a cambio de beneficiarse de algo, que pueda ser rentable para el futuro, para bienes de nosotros”, dice. José Peñalosa habitante de Yuquianza cree que un proyecto de esta magnitud va a inyectar recursos al Estado.
“Las comunidades están siendo generosas al permitir la construcción para que se beneficie todo el país y el Estado debe ser generoso con la parte que va a ser afectada”, sostiene. Pero, cree, que la socialización ha sido “muy pobre en sus contenidos, porque solo nos dicen que la energía sirve para mover máquinas. Si sabemos cuánto dinero va a generar, nosotros podemos saber cuánto dinero pedir. No se va a dar paso si no hay algo concreto con las comunidades, si no hay algo firmado no se da paso, va a haber una forma de resistencia”, recalca.
Algunos de los habitantes de la zona de influencia directa del proyecto Hidrosantiago, tienen expectativas en cuanto a su construcción y a sus futuras relaciones con la empresa. Edwin Pitiur habitante de Yuquianza trabajó durante un año transportando en canoa a topógrafos, ingenieros, combustible y otros materiales durante los estudios de CELEC. “Me van a pagar como 800 dólares, con el seguro no sé cuánto será. Ya cuando se terminen las obras dijeron que el que se comporta bien, el mejor canoero, se quedará con nombramiento, eso está ofrecido ya. Va a quedar un solo canoero para recorrer y estar pendiente de la represa”, dice.
Segundo Samaniego, que vive hace 14 años en Yuquianza, y desde que llegó a la zona trabaja ofreciendo servicios a la empresa CELEC. Dice que va a tener trabajo estable. Primero, manejando una canoa. “Luego aquí en la casa también tenía un comedor, y daba de comer a toda la compañía, igual me iban a dar un comedor grande para 200 personas”, dice. Según él, CELEC le ha ofrecido invertir en su negocio. No le preocupa la inundación. “Porque va a haber una fuente más de trabajo, un ingreso más; tal vez para cada familia, incluyendo a mi persona”, dice. “También si se tiene hijos preparados con estudios, para que puedan trabajar. Ese es el beneficio”.
La potencial contaminación por la hidroeléctrica, tiene antecedentes
Las grandes presas tienen su auge a inicios del siglo XX, según el geólogo Pablo Duque. Entre las primeras que se construyeron, está la presa Hoover, en el curso del río Colorado, en el suroeste de los Estados Unidos, entre los años 1931 y 1936. “Allí es interesante que el presidente Roosevelt expresara, muy emocionado, en su discurso “vine, vi y me conquistó”. Decía que es una maravilla”, explica Duque, recordando que así se presentaba a las grandes presas: como una maravilla de la ingeniería y del ingenio humano. “Bajo el argumento de que era energía limpia y renovable”, recalca.
El mundo acogió el argumento. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) señala que a nivel mundial el número de grandes represas se multiplicó por diez entre 1950 y 2017. Hasta la década de 1980, dice Duque, se argumentaba que eran tantos los beneficios que dan, que superan al daño ambiental que podrían causar. “Pero si se estudia un poco más, se puede ver que las grandes presas están entre las actividades de más daño ambiental y social”, dice Duque.
Por ejemplo, el proyecto Belo Monte, en la parte norte del río Xingú, Brasil, desplazó a más de 40.000 personas. Provocó, además, un daño inmenso a la pesca en el Xingú. “Estuvo envuelta en acusaciones de corrupción gubernamental y de la empresa de construcción”, dice un reportaje de Mongabay.
Según WWF, en un lapso aproximado de 90 años, se construyeron más de 58.000 represas. Casi dos tercios de los ríos de mayor longitud en el mundo han sido obstruidos con un gran impacto a los ecosistemas de agua dulce. “Las especies de agua dulce están desapareciendo a un ritmo alarmante en todo el mundo: desde 1970, sus poblaciones han disminuido un 84% en promedio”, dice el estudio.
Además, estas infraestructuras serían “claramente incorrectas, claramente dañinas para el medio ambiente, mal diseñadas y mal planificadas”. WWF pide detener la construcción de represas mal ubicadas en zonas clave en ríos de gran longitud como los Balcanes en Europa, las cuencas del Amazonas y el Pantanal en América del Sur, África del Sur, el río Luangwa en Zambia, el Himalaya oriental. los ríos Irawadi y Salween en Myanmar, y el bajo Mekong.
Otro estudio de WWF mostró que más de un millón de barreras cortan el paso a los ríos en Europa, siendo uno de los más fragmentados del mundo. Concluye que podrían liberarse más de 50.000 kilómetros de barreras como azudes, embalses o presas en el continente. Solo en España, más de 17.000 kilómetros. Por eso, cada vez son más países los que incluyen leyes específicas de protección a los ríos, como sujetos de derechos y a la vez que se dan los primeros casos de sentencias que respaldan su protección.
En España, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en su sentencia del 12 de mayo de 2022, declaró caducada la concesión asociada a la presa de Hoz Seca, tras más de 110 años de explotación hidroeléctrica. Su demolición permitiría recuperar la conectividad de más de 30 kilómetros del río en el Alto Tajo y el valor medioambiental de la zona. La eliminación de presas es la medida más rápida, fácil y barata para restaurar un río, concluye WWF. “En pocos meses, el río recupera su territorio, la calidad del agua mejora, los bosques vuelven a cobrar vida, el número de especies -acuáticas y terrestres- se dispara y vuelven a funcionar los servicios ecosistémicos que un río en buen estado ecológico proporciona”.
¿Es necesario construir más hidroeléctricas en Ecuador?
En Ecuador, según el Plan Maestro de Electricidad 2018 – 2027 de CELEC, conocido como PME, hasta el año 2018 existían 317 centrales eléctricas con una potencia efectiva de 8.183 MW. De esos, 5.041 MW venían de generación hidráulica. Entre 2017 y 2018 se incorporaron 9 hidroeléctricas —entre ellas Minas San Francisco, Delsitanisagua, Due y Normandía.
Así, la producción total de energía eléctrica del Ecuador, en 2018, fue de 29.243 GWh. El componente de energía eléctrica renovable (hidráulica – 97,43%, eólica, fotovoltaica, biomasa y biogás) representó cerca del 73% del total. La no renovable (térmica MCI, térmica turbogás y térmica turbovapor) poco más del 27%.
Estas centrales son parte del Sistema Nacional Interconectado (SNI) que produjo cerca del 87% de la energía que el Ecuador necesita. El 13% restante, se produjo en sistemas no incorporados, que proveen energía eléctrica a sitios de difícil acceso o para facilidades petroleras o mineras.
Según el Plan de Expansión de Generación del SNI, se espera generar aproximadamente 6.074 MW más para el 2031 con proyectos como Quijos, Chontal, Cardenillo, Hidrosantiago, entre otros. Para el 2027 se busca brindar el servicio de suministro de energía eléctrica a aproximadamente 6,48 millones de usuarios por grupos de consumo industrial, comercial y residencial.
Se estima un crecimiento promedio anual de 2,43% ya que en el 2018 eran 5,17 millones de usuarios. Adicionalmente, según el PME 2018 – 2027, hay 11 en construcción —entre ellos Minas San Francisco y Toachi Pilatón, que ya se encuentran en operación—, 13 con título habilitante, 16 con estudios de diseño definitivo y 6 con estudios de factibilidad. Son unas 46 centrales hidroeléctricas aproximadamente que se busca que entren en operación a partir del 2020.
Las hidroeléctricas tienen un impacto permanente en la biodiversidad porque modifican los ecosistemas y hacen que el flujo de los ríos ya no sea natural, lo cual afecta a la diversidad acuática y a las fuentes de sobrevivencia de las comunidades como son la agricultura y la pesca, según consta en el dictamen del Tribunal del Agua, realizado en el sector El Reventador el 19 de noviembre de 2021 en la provincia de Napo, que analizó los casos de siete ríos afectados por hidroeléctricas en todo el país. Entre ellos, el caso Hidrosantiago.
Al ser una mega central, las repercusiones de esta serían para los cientos de comunidades que están alrededor del río Santiago. Tanto en el lado ecuatoriano como en el peruano, donde hay un fuerte vínculo cultural con los ríos, enfatiza el Tribunal.
La construcción de Hidrosantiago se realizará, a criterio de David Reyes, de la organización Acción Ecológica, a pesar de que la construcción de más represas generaría impactos acumulativos de largo alcance en la Amazonía ecuatoriana. Según él, son difíciles de cuantificar por sus consecuencias ambientales, sociales, fiscales o económicas.“Tenemos un 30, 40% de energía que no se usa o se pierde, sea por fallas técnicas, sea porque los proyectos fueron mal hechos. No funcionan. Lo ideal sería optimizar toda esa infraestructura de las hidroeléctricas y así no construir más”, concluye Reyes.
En esto coincide el geólogo Pablo Duque, para quien la solución no es la construcción de presas pequeñas ni grandes. “Causan daño a todos los ámbitos ambientales que podamos imaginar, daña la geología, daña la atmósfera, daña el agua. El daño es por todo lado”, dice. Según Duque, en Ecuador, en la década de 1980 se tenía pensado hacer dos presas. “A los pocos años hubo problemas de inundaciones, por lo que tuvo que hacerse arreglos en emergencia nacional”, explica.
De tal manera que, en nuestro país existen experiencias fallidas y pese a los problemas técnicos y de todo tipo, que muchos se habrían denunciado antes de la construcción de las presas, la operación siguió adelante. Entre otros, bajo el argumento de la necesidad de energía para cubrir a más sectores de la población. “Hay sectores que se encuentran sobre las presas y son marginados, por lo que no disponen de electricidad”, dice Duque. “Además, si todas las centrales eléctricas tienen problemas, lo que se debe hacer es migrar hacia las energías renovables”, explica.
Esta migración también implicaría regresar la mirada a países europeos y de América del Norte, en donde existe una política de abandono y desmontaje de las hidroeléctricas, porque según Pablo Duque, el daño que causan es mayor a los beneficios. “En Europa dicen ‘aquí no me construyen más y es completamente prohibido’, en Estados Unidos se disminuyen drásticamente, en Canadá se dice ‘hagan no más las presas y se hacen en el territorio de los indígenas’”, recalca Duque.
Sin embargo, hace unos años el Instituto Ecuatoriano de Electrificación (INECEL) dispuso, según Duque sin tomar en cuenta los riesgos geológicos, hacer represas grandes para tener energía limpia. “Obviamente, entre los primeros lugares que se piensa para la construcción, son los que están ubicados en un camino fácil hacia el Oriente”, explica Duque, enumerando estos sitios: Papallacta, Baeza, Reventador, Lago Agrio.
Todos están a lo largo de la zona ecuatorial, que va aproximadamente desde el sur de Esmeraldas hasta el norte del Guayas. Es una de las franjas sísmicas más activas del mundo y también con mayor actividad tectónica. “En esta zona está la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, está Llurimagua otra que ha tenido problemas de corrupción, y la del río Santiago está bordeando los límites de la zona ecuatorial”, explica Duque.
Precisamente construir sobre esta zona, explica Duque “es una barbaridad técnica”. Según él, no se puede explicar cómo en una zona de las más sísmicas del mundo, se construyen infraestructuras enormes. “No me refiero solo a Coca Codo Sinclair, me refiero a que por ahí pasan los oleoductos. En esa zona están documentados los mayores derrumbes, temblores y terremotos, por eso crear una presa allí es absurdo”. Solo entre 2020 y 2021, dos oleoductos ecuatorianos se rompieron por la erosión regresiva del río Coca, causando severos daños ambientales y humanos. “Este fenómeno de erosión regresiva estaría asociado a la construcción y operación de la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair – CHCCS, que estaría produciendo el conocido fenómeno de “Aguas Blancas” en el río Coca”, dice un estudio de la Escuela Politécnica Nacional.
La erosión regresiva del río Coca, manifiesta Pablo Duque, puede avanzar y afectar a otras cuencas de la Amazonía “Porque esta puede cortar las cuencas y en definitiva desviar los caudales principales de los ríos grandes”, ya que el agua se abre camino por la zona de mayor debilidad de las rocas, una vez formado el cauce, aunque la roca sea muy dura se va erosionando.
Es más grave aún cuando se coloca un gran obstáculo como una represa, porque el agua busca otros sectores por donde fluir y se encuentra con un terreno con rocas de poca resistencia mecánica y con rocas volcánicas fracturadas, como es el caso del sector de San Rafael. Es decir que el agua se escurre por donde puede, y empiezan a carcomerse los cauces de los ríos. “De esto dicen que es un fenómeno geológico que puede ocurrir dentro de miles de años, pero que por la acción del hombre se produce en meses o en años; entonces no es un fenómeno geológico, sino que es algo inducido por el hombre”, concluye Duque.
Más que comida y fuente de agua, un bien cultural para el pueblo Shuar
El río Santiago, al que los indígenas shuar y wampis conocen como Kanus por ser un río grande, vivo y navegable, nace en Ecuador, al norte de la Cordillera del Cóndor por la unión de los ríos Zamora y Namangoza. El primero recibe las aguas del río Upano y el río Paute, y el segundo se forma en la provincia de Loja. Sus principales afluentes son los ríos Bomboiza, Yacuambi y Nangaritza.
El río Santiago recorre más de 200 kilómetros por los territorios del pueblo Shuar Arutam en Ecuador y de la nación Wampis en Perú hasta desembocar en el río Marañón. Es el afluente principal de la cuenca alta del río Amazonas y a su paso recibe el agua de cientos de cascadas, riachuelos y ríos.
Para el pueblo Shuar Arutam es un río sagrado, un medio de comunicación, su sustento. “Es sagrado porque el río es vida. Contiene agua, contiene existencia, contiene vida de mi generación, porque nos sustenta a nosotros. En la realidad del mundo shuar, vivimos sirviéndonos del agua de la naturaleza”, dice Luis Visum, presidente de la Asociación Shuar de Santiago que agrupa a 27 comunidades.
A la playa del río Santiago van los sabios, los abuelos y las abuelas a tomar ayahuasca, floripondio, tabaco, entre otras bebidas sagradas para tener visiones que interpretan como premoniciones sobre el futuro. En sus afluentes habita Arutam, el espíritu de la selva.
En este río se desarrolla la vida espiritual, social y material de varias comunidades del pueblo Shuar Arutam, conformado por 6 asociaciones: Santiago, Nunkui, Sinip, Arutam, Mayaik y Churuwia, 47 centros. Tiene 12 mil habitantes y unas 233.169 hectáreas de territorio en la Cordillera del Cóndor, provincia de Morona Santiago, en donde abarca 4 cantones: Tiwintza, San Juan Bosco, Limón Indanza y Gualaquiza.
Su territorio se ubica entre los ríos Kuankus y Cenepa, además limita al sur con Perú. El pueblo Shuar Arutam se constituyó legalmente mediante un acuerdo ministerial en 2006, bajo el trámite de la Federación Interprovincial de Centros Shuar — FICSH.
Este pueblo divide su territorio en tres zonas. La baja en las riberas de los ríos Zamora, Namangoza y el Santiago, en donde están las islas y otras tierras más productivas y ahí acceden a los ríos para la recreación, pescar y hacer minería artesanal (escarban en las orillas del río y el lavado es con batea, y afirman que no usan mercurio), y cultivan yuca, papa china, plátano, ají, jengibre, naranja, mandarina, naranjilla, entre otras.En la media, siembran pastos para la ganadería. En la zona alta, están las reservas de bosques protegidos en donde pueden cazar y recoger plantas medicinales y frutas que complementan su alimentación. Con ello, dicen, cuidan la salud de su cuerpo y espíritu.
Su territorio, según Josefina Tunki, presidenta del pueblo Shuar Arutam, es una de las regiones más biodiversas del mundo. Está amenazado por proyectos hidroeléctricos y mineros. “Son los mismos impactos que se dan a nivel de nuestro país, lo cual implica la contaminación total. Igual la hidroeléctrica también contamina, extermina la biodiversidad y también los peces. Igual la represa Hidrosantiago va a destruir el patrimonio del pueblo shuar, y no solo de este sino también el de la Amazonía y de todo el país, ya que el patrimonio es el derecho de todos los ecuatorianos”, advierte Tunki. Ella explica que existen lugares sagrados como Quinkiam y que el Estado ecuatoriano concesionó para minería.
Es un lugar histórico en donde sus abuelos lucharon contra el diablo que se robaba a los niños y los tenía allí cautivos. Ahora en Quinkiam abundan los búhos y lechuzas, animales que representan los espíritus de sus ancestros. “Allá también algunos han ido a ver si hay oro”, dice. “Nuestros ancestros nos decían que en esas cordilleras hay el Arutam. Eso para nosotros es Dios o un lugar sagrado, cuando ustedes necesiten Arutam tienen que ir a caminar allá, con ayahuasca y con tabaco. Yo siempre he ido allá inhalando tabaco y no camino por caminar, porque sé que ahí está la fuerza del divino. Y es un lugar sagrado o sea un lugar puro, sin contaminación” recalca Tunki.
Unos 55 kilómetros al sur, ya en Perú, donde el río Santiago cruza el territorio de la nación Wampis, existe una relación estrecha con el espíritu del río llamado Tzungui y se considera al río como un ser vivo, como un ser humano. El río es una fuente de alimento, de convivencia y de seres vivos. “Tenemos 17.000 habitantes, y todos dependemos del río y nos relacionamos con este espíritu”, dice Nayap Santiago Velásquez dirigente wampis.
Los wampis consideran a su territorio, que es de más de 1,32 millones de hectáreas, como un legado histórico de más de 7.000 años que deben proteger, a la vez que contribuyen a mitigar los efectos del calentamiento global. “Desde hace miles de años, hemos protegido nuestros bosques, ríos y territorios con la sabiduría de los grandes maestros como Mikut, Tzan, y Natem, que a través de ello nuestros ancestros pudieron preservar y conservar las bondades de la naturaleza hasta la actualidad”, concluye Nayap Velásquez.
Si muere el río, muere la vida
El río Santiago contiene la historia de Tzunki, el espíritu divino que habita en el agua, en donde los ancestros shuar utilizaban ayahuasca y tabaco para purificarse. Ahora, sus descendientes repiten este ritual y, afirman, reciben las fuerzas de Tzunki.
En las aguas de este río abundan los peces. En una jornada de pesca pueden sacar 15, 20 y hasta 30 libras de pescado. Es un río hermoso, por el cual navegan para visitar a sus familias y a comunidades vecinas. Es una vía de comercio, la más importante de la zona, de la cual se benefician muchos productores cuyas fincas están en sus orillas. En el territorio de la nación Wampis, el río Santiago es la única vía de transporte y de comunicación. No hay otros accesos fluviales importantes ni carreteras.
Además, la presidenta del pueblo Shuar Arutam, Josefina Tunki, narra que cerca de la unión de los ríos Coangos y Santiago está la Cueva de los Tayos. “Famosa a nivel mundial, es un patrimonio que no debemos destruir, porque ahí hay fuente de riqueza y es de gran interés, ya que todos los científicos la quieren visitar, y posiblemente va a quedar bajo el agua si se construye Hidrosantiago”, afirma Tunki.
El comunero shuar José Saant dice que el río “es fundamental” . “Nos quitarán muchas fuentes de trabajo, el turismo, todo el lindo paisaje que vemos, todito se va a descomponer”, dice. “Nosotros vivimos en el sector de la Cueva de los Tayos y nos aislarán en la parte social, económica y nos quitarán la comunicación fluvial”, lamenta.
“Nosotros tenemos la costumbre de estar en contacto con las lagunas, como es el caso de la laguna histórica de Kushapo, y las cascadas, en mi comunidad también hay una que es la cascada Chichis”, dice Josefina Tunki. Los que están enfermos, los que están decaídos, los que están en mal camino, van a la cascada Chichis, ya que es un lugar de purificación; además es un lugar para renovar las fuerzas y el estado anímico, y para direccionar el destino de las personas.
Además de su riqueza patrimonial, en el río Santiago existe una gran variedad de peces y otras especies acuáticas. “Yo he visto peces de hasta cuatro quintales, se llaman bagres, y hay otros más debido a que el río Santiago es muy rico en peces”, dice Tunki.
Los ríos medianos, pequeños y vertientes que desembocan en el río Santiago, son también una fuente de alimentos, de agua para las comunidades, de turismo, de cultura. “Hacia el sur el río se va a secar, se va a perjudicar la navegación y el comercio para la nación Wampis y a todo el territorio del pueblo Shuar Arutam”, dice Tunki, preocupada por los efectos del proyecto Hidrosantiago en sus tierras. “ Se van a afectar los peces, ya no van a regresar, porque estos surcan las aguas, ya que los bagres no son del Ecuador, ellos son del Perú”, cuenta.
Al destruir el hábitat del río, toda su vida escasearía o se iría para otro lugar, los peces y todos los seres que ahí habitan, y se temen fuertes consecuencias. “Cuando hagan esa represa lo van a destruir todo y en cierto momento se va a enfurecer, lo va a destruir todo, nos va a castigar, vamos a morir y vamos a quedar escasos de pescado. Donde hay el Dios Tzunki hay boas, entonces los peces abundan alrededor de estos seres, eso es cierto por que fue visto por un shuar, que había ido al territorio de ellos” recalca Tunki.
En varios sectores de la zona de influencia directa del proyecto Hidrosantiago, sus habitantes describen a un territorio sumamente productivo y biodiverso. Las familias shuar y en especial las mujeres desde hace cientos de años, se dedican al Aja Shuar, un huerto mixto de una hectárea, en donde cultivan toda clase de productos para su alimentación y plantas medicinales. Este sistema de producción se ha fortalecido a través del intercambio de semillas entre las mujeres de diferentes lugares. Todo eso está en riesgo si el proyecto Hidrosantiago avanza, afirman varias autoridades del pueblo Shuar Arutam.